Dia de muertos, tradicion mexicana

Aqui los ladrones veneran a San La Muerte , entonces posiblemente luego de robarte te "sacrifiquen" para obtener protección de él :eek:
 
le erraron con lo del sacrificio, nomas consideren que si le vas a ofrendar algo a un dios debe ser lo mejor, los antiguos mexicanos se enorgullesian de ser sacrificados, porque eran lo mejor, pero no desviamos, aca la muerte no es el final de algo sino solo el capitulo siguiente por eso cada año se les invita a una fiesta con nosotros
 
no confundir, una cosa es "la santa muerte" que es figurilla de devocion, y otra muy diferente la celebracion del dia de muerto o de todos los santos


y pa que no digan aca traigo un texto de hace tiempo que alguien me hizo favor de escribir pa una pagina que antes tenia, este no habla del dia de muertos, pero le cierra el ocico a algunos persignados del dia de muertos:



LOS PERMISOS DE
MICTLANTECUTLI Y SAMHAIN​

Hola hijos de la Cuatlicue, ahora que se acerca la fecha de los muertos traigo unas palabras sobre el Halloween , esa celebración que generalmente relacionamos con los gringos y su 31 de octubre, calabazas con vela y cara macabra, disfraces de monstros mas relacionados con Hollywood, sin embargo esa fiesta no es manufactura norteamericana, al igual que nuestro día de muertos viene de una tradición mucho mas antigua , la nuestra de un México prehispánico bastante olvidado e ignorado.
Pero hablábamos del famoso Halloween, bueno pues en realidad se trata de una celebración Celta y su nombre antiguo es “All Hallow´s Eve" , lo cual significa "Víspera al día de todos los santos", alrededor del siglo VI antes de Cristo, parte del norte de Europa estaba poblado por los Celtas, una tribu que poseía costumbres muy peculiares relacionadas con la Naturaleza. Ellos celebraban el fin de año el 31 de Octubre, debido a que ese día finalizaban el verano y las cosechas. A partir de ese momento comenzaban los días oscuros y fríos, los cuales eran relacionados con el mundo de los espíritus . Esa misma noche del 31 de Octubre, Samhain , la deidad de los muertos, permitía que los espíritus volvieran a sus antiguos hogares para mezclarse con los vivos. Esto era celebrado por los Druidas, los sacerdotes que dirigían la religión de los celtas, los cuales encendían grandes fogatas en las cimas de las colinas como protección, ya que muchos espíritus malignos aprovechaban el permiso de Samhain para aterrorizar a los vivos. Otra manera de protegerse de la maldad desatada esa noche era usar disfraces horrendos, mezclarse con los muertos y hacer lo mismo que ellos hacían para así no ser reconocidos por estos (Nota al margen estos mismos pueblos del norte “inventaron las esferas” al amarrar los frutos a los arboles con la esperanza de que se mantuviera la primavera).
Con la difusión del cristianismo , este festejo pagano sufrió varias transformaciones (el día de muertos tampoco se salvo de esto). Muchos se dieron cuenta del acercamiento entre la fecha de rito ofrecido a Samhain y la celebración del día de los Santos del calendario católico, por lo tanto, al antiguo ritual ofrendado al rey de los muertos se le llamó "All Hallow´s Eve", lo cual significa en inglés antiguo "Víspera al día de todos los santos". El tiempo se encargó de transformar el nombre "All Hallow´s Eve" por "Halloween".
¿No es acaso sorprendente lo parecido con el ritual nuestro? Solo que parece que el mexicano es mucho mas ingenuo con respecto a las intenciones de los espiritus , en general los convidamos a comer, beber, fumar y todos los placeres que pudiesen disfrutar en vida (exceptuando el sexo, seria complicado poner un teibol en la ofrenda). Además del uso que se le da al fuego y la luz , mientras para los celtas disuadía a los espiritus chocarreros, para los antiguos mexicanos servia de guía para llegar a su Mictlan , y claro no nos andamos escondiendo con disfraces macabros, si nos quieren encontrar: ¡ya saben donde vivimos!.

Espero los datos les sean interesantes, nos leemos pronto.
Roger​
 
algo divertido para que sean precavidos, un poema algo viejon:

El Anima de Sayula



En un caserón ruinoso,
de Sayula en el lugar,
Vive Apolonio Aguilar,
trapero de profesión.

Hace tiempo que padece
hambre voraz y canina
y por eso está que trina
contra su suerte fatal.

No es borracho, ni juega,
sólo comer es su vicio;
pero anda mal el oficio,
ni para comer da.

Cuatro tablas, dos petates,
un bacín roto, de barro ,
cuatro cazuelas y un jarro,
son de su casa el ajuar.

Su mujer y sus hijuelos,
macilentos y hambrientos
con semblante extraviados
piden pan con triste voz.

¿Pan allí? Ni por asomo;
hambres sí, disgustos mil
en aquel chiribitil
a pasto y a discreción.


Llantos solo de miseria
que goteando noche y día,
apagó dejando fría
la ceniza del hogar.

Por eso el trapero esconde
entre sus manos la cara;
maldice su suerte avara
que le causa aquel dolor.

Y fijando en su consorte
su penetrante mirada, con voz grave y levantada,
de esta manera le habló:

-Es preciso que ya cese
esta situación terrible;
vivir así no es posible,
harto estoy de padecer.

Me ocurre feliz idea,
que desde luego te explico,
esta noche me hago rico
o perezco en la función.

Escucha y no me repliques;
mi suerte está decidida,
el porvenir de mi vida
depende de esta ocasión.

Tú sabes que en esta tierra
entre la gente de seso
se cuenta cierto suceso
que ha causado sensación.

Se dice pues, que de noche,
al sonar las doce en punto,
sale a penar un difunto
por las puertas del panteón.

Que las gentes que lo ven
huyen a carrera abierta
y todos cierran la puerta
encomendándose a Dios.

Que por fin, un desalmado
se encaró ya con el muerto;
mas de terror quedó yerto,
patitieso y sin hablar.

Esto lo aseguran todos
y mi compadre José
me ha jurado por su fe
que también al muerto vio.

Y me asegura que el muerto
tiene la plata enterrada
y busca gente templada
con quien poderse arreglar.

Y que yo, me ha sugerido,
deponiendo todo miedo,
acometa con denuedo
la empresa del fantasmón.

Pues bien me siento con bríos
para hablarle al mismo Diablo;
a este muerto yo le hablo
aunque me muera después.

-¡Por Dios, Apolonio! dijo
su mujer muy afligida,
no juegues así la vida;
deja a los muertos en paz.


Yo te suplico Apolonio,
No hagas caso a tu compadre
Te lo pido, por tu madre,
Olvides esa cuestión.

Aunque mi compadre tenga
La mala fama que tiene,
A mí nadie me detiene
De hacer lo que quiera yo.

No, mujer, no retrocedo;
es una cosa resuelta;
si pronto no estoy de vuelta,
prepara mi funeral.

Dijo y con paso veloz
pálido como un difunto,
salió de su casa al punto,
camino para el panteón.

Envuelto en tinieblas yace
de Sayula el caserío
y un aspecto muy sombrío
ahí reina por doquier.

No se oye voz humana,
ni el más ligero ruido;
sólo de lejos el aullido
pavoroso de algún can.

Algún pájaro que cruza
en las tinieblas perdido,
lanza fúnebre graznido
al ir de su nido en pos.

Y al extinguirse perdido
que al corazón pone susto,
canta el tecolote adusto
en el ruinoso torreón.

Negro, todo cubre el cielo
y al soplo del viento frío
gimen los sauces del río
con quejumbroso rumor.

Lóbrega la noche está
y en su fondo pavoroso
brota a veces luminoso
un relámpago fugaz.


La silueta del trapero
que a la ventura de Dios,
va de la fortuna en pos
hasta vencer o morir.

Mas a medida que avanza
se valor se debilita,
y es dueño de honda cuita,
su angustiado corazón.

Avanza, pues, presuroso,
aquel hombre del faz yerta
y al fin se mira en la puerta
del tenebroso panteón.

Allí con mortal congoja,
la hora fatal aguarda;
hora que tal vez no tarda
en sonar en su reloj.


Por fin, de repente suenan
doce lentas campanadas,
cuyas notas acompasadas
vibran con sordo rumor.

Notas lentas y solemnes
cuyo sonido retumba
como el eco de una tumba
con quejumbroso rumor.

Por fin, a esperar se pone
y sin grande dilación,
las puertas de aquel panteón
se abren de par en par.


Cruza el dintel el fantasma
mudo, rígido y sombrío,
como el sepulcro frío
y horrible aborto de horror.

Lleva cubierta la faz
con negro y tupido velo
y arrastrando por el suelo
lleva también el sudario.

Aguilar de espanto yerto
y erizado su cabello,
con agitado resuello
corre tras de la visión.

Haciendo un supremo esfuerzo,
cual si jugara la vida,
con la voz despavorida,
de esta manera le habló:

-De parte de Dios te pido
me digas cómo te llamas,
si penas o entre las llamas
o si vives entre nos.

¿Qué buscas por estos sitios
donde a los vivos espantas?
Si tienes talegas, ¿cuántas
me puedes proporcionar?

Me llamo Perico Zurras
(dijo el fantasma en secreto),
fui en la vida buen sujeto,
muy puto mientras viví.

Ando ahora penando aquí,
en busca de algún profano
que con la fuerza del ano
me arremangue el mirasol.


El favor que yo te pido
es un favor muy sencillo:
que me prestes el fundillo
tras del que ando tiempo ha.

Las talegas que tu buscas,
aquí las traigo colgando,
ya te las iré arrimando
a las puertas del fogón.

Al escucharlo Apolonio,
Lleva a la mano al cuchillo,
Sin desatender su fundillo,
Que siempre cuidando está.

Al momento huyó el fantasma,
Tan rápido como el viento,
Tras las tapias del convento,
Y allí desapareció

Con gran sorpresa quedó
el pobrecito trapero
y echando al suelo el sombrero
el infeliz exclamó:

Por la vida del rey Clarión
y por la madre de Gestas,
¿qué chingaderas son estas
las que me pasan a mí?

Vengo lleno de esperanza
A buscar aquí la vida,
Y la suerte maldecida
Me depara un lance atroz.

No tengo yo mas alhaja
Que la alhaja del anillo,
¡y que me la pida un pillo
Que viene del mas allá!

Yo no sé lo que me pasa,
pues ignoro con quién hablo,
o este cabrón es el Diablo
o es mi compadre José.

Buena fortuna me hallé
en esta tierra de brutos,
donde los muertos son putos,
¿qué garantías tengo yo?

Lo que me sucede a mí
es para perder el seso;
si los muertos piden sieso,
los vivos ¿qué pedirán?

Esto en cuanto puede verse
por las crestas del Demonio,
si lo aflojas, Apolonio,
de aquí sin culo te vas.


Así el trapero exclamó
muy pensativo y mohíno;
del pueblo tomó el camino
y en sus calles se perdió.

Y es fama que cuando oye
hablar del desaparecido,
receloso y confundido
se pone una mano atrás.

MORALEJA

Lector, si tú alguna vez,
y por artes del Demonio,
te vieras como Apolonio,
en crítica situación.

Si tropezaras, acaso,
con algún ánima en pena,
aunque te diga que es buena,
no te confíes jamás.

Y por vía de precaución,
llévate como cristiano,
la cruz bendita en la mano
y en el fundillo un tapón.



Teofilo Pedroza, una de tantas versiones, en azul lo tomado del cuadernillo editado en 1947 por A. Jiménez en conmemoración del cincuentenario de la publicación original, en rojo lo que me jayé en interné, en negro lo común.
 
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