Hola,
Alguien por ahi pregunto sobre fantasmas y me hizo acordar de un pequenio sustito que sufri en mi adolescencia por andar jugando con fantasmas.
La cosa es que uno de los amigos vino a contar que si se deja un grabador abierto en un cuarto desocupado, a veces los fantasmas graban voces. Era un fin de semana en una casa quinta, seriamos cuatro o cinco pavotes de 14 años que nos juntamos a hacer pavadas tipicas de la edad.
Al principio agarramos el grabador y nos inventamos programas de radio, muchos de los contenidos de esos programas son obviamente irreproducibles pero algunos eran bastante comicos o por lo menos lo eran para unos cuantos pavotes como eramos (y algunos todavia somos). Grabamos programas imitando a locutores de la epoca, programas de deportes... En el programa de deportes nos reimos del pobre Reutemann, un corredor de formula uno que solia tener mucha mala suerte, incluyendo que se le caian pedazos de los autos durante la carrera. La gran "comicidad" era decir, ahi pasa Fittipaldi, ROOOOM, ahi pasa Niki Lauda, ROOOMMM, ahi pasa Reutemann... en ese momento aporreabamos cacerolas, chapas, etc. Pavadas de chicos, bah, hasta que nos cansamos y nos fuimos a dormir.
Pero antes de irnos a dormir... dimos vuelta el cassette y lo dejamos grabando en un cuarto vacio.
A la mañana llega Gustavo, uno de nuestros amigos, con los ojos desorbitados, y nos hace escuchar que en el cassette se escuchan VOCES! Voces que hablan todo el tiempo, en algo que parece aleman.
Asustadisimos ya todos nosotros aunque deciamos que no, fuimos a lo del vecino para que escuche el tambien. Mientras escuchabamos con el reconocimos algo. Ruido de cacerolas. Y ahi nos avivamos de que estabamos escuchando nuestra "transmision de radio" del dia anterior, al reves. El que sabe como funciona un cassette de los viejos entiende de que hablo, hay quien quiza se dio cuenta desde el principio de la historia.
Asi que el pobre Reutemann nos salvo del susto porque si no fuera por el ruido de las cacerolas nos habria llevado muchisimo tiempo entender que era lo que estabamos escuchando... que no eran fantasmas, ni mucho menos. Por suerte, nunca vi ni escuche de ninguno.
Alguien por ahi pregunto sobre fantasmas y me hizo acordar de un pequenio sustito que sufri en mi adolescencia por andar jugando con fantasmas.
La cosa es que uno de los amigos vino a contar que si se deja un grabador abierto en un cuarto desocupado, a veces los fantasmas graban voces. Era un fin de semana en una casa quinta, seriamos cuatro o cinco pavotes de 14 años que nos juntamos a hacer pavadas tipicas de la edad.
Al principio agarramos el grabador y nos inventamos programas de radio, muchos de los contenidos de esos programas son obviamente irreproducibles pero algunos eran bastante comicos o por lo menos lo eran para unos cuantos pavotes como eramos (y algunos todavia somos). Grabamos programas imitando a locutores de la epoca, programas de deportes... En el programa de deportes nos reimos del pobre Reutemann, un corredor de formula uno que solia tener mucha mala suerte, incluyendo que se le caian pedazos de los autos durante la carrera. La gran "comicidad" era decir, ahi pasa Fittipaldi, ROOOOM, ahi pasa Niki Lauda, ROOOMMM, ahi pasa Reutemann... en ese momento aporreabamos cacerolas, chapas, etc. Pavadas de chicos, bah, hasta que nos cansamos y nos fuimos a dormir.
Pero antes de irnos a dormir... dimos vuelta el cassette y lo dejamos grabando en un cuarto vacio.
A la mañana llega Gustavo, uno de nuestros amigos, con los ojos desorbitados, y nos hace escuchar que en el cassette se escuchan VOCES! Voces que hablan todo el tiempo, en algo que parece aleman.
Asustadisimos ya todos nosotros aunque deciamos que no, fuimos a lo del vecino para que escuche el tambien. Mientras escuchabamos con el reconocimos algo. Ruido de cacerolas. Y ahi nos avivamos de que estabamos escuchando nuestra "transmision de radio" del dia anterior, al reves. El que sabe como funciona un cassette de los viejos entiende de que hablo, hay quien quiza se dio cuenta desde el principio de la historia.
Asi que el pobre Reutemann nos salvo del susto porque si no fuera por el ruido de las cacerolas nos habria llevado muchisimo tiempo entender que era lo que estabamos escuchando... que no eran fantasmas, ni mucho menos. Por suerte, nunca vi ni escuche de ninguno.
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