Hola...
La verdad, me quedé pensando. Cosa rara, pero a veces me pasa esto de pensar.
Un par de páginas más atrás posteé el origen de San_Cacho.
Poco después pasé a ser Cacho, como siempre me llamaron (gracias a San Andrés de Armenia) y nunca conté el porqué.
Después del mío se desató una fiebre de cambio de nombres. Tantos grados hubo de fiebre que hasta se abrió un post para cambiárselo a aquellos que estuvieran disconformes con el propio. Y la fiebre siguió.
Andrés, si se te ocurre poner una clínica de cambio de sexo, calculo que vas a tener clientes, aunque no a mí.
Dejando la digresión de lado y volviendo al tema central, mi apodo y hoy nick viene de la secundaria.
En la
Escuela Normal Superior, a la que iba, había de todo menos gente normal, o al menos eran una minoría. Como ven, me incluyo entre los anormales junto con varios profesores, preceptores (celadores) y casi todos los de mi curso. Allá por quinto año a uno de mis anormales compañeros (de esos que a la postre la vida te termina poniendo como hermanos) le "interesaba" una chica de otro curso.
Interesaba está entre comillas porque, se entiende, era un interés... ¿cómo explicarlo? Digamos que era UN interés el que tenía en ella. Bueno, estaba caliente con esta mina, a la que llamaremos por sus iniciales JB simplemente, como para mantener su identidad a resguardo.
Al igual que a mí, a mi amigo siempre le gustaron el whisky y las mujeres, y esta JB tenía curvas e iniciales sugerentes y tentadoras.
Ciertamente era muy linda y tenía 17 años de añejamiento en barricas de roble. El color de su piel lo evidenciaba.
Lamentablemente, era de las "chicas normales", y terriblemente
tilinga.
Al mismo tiempo, en mi anormal escuela había surgido una corriente educativa que decía que (tono de maestra pedagógica argumentando)
"los educandos tendrían un mejor desempeño en las ciencias matemáticas si se les proveyera de calculadoras para su uso". Una más de tantas teorías inútiles, pero que dio origen a un par de cajas con calculadoras que cada curso iba a buscar cuando tenía física o matemática. O sólo ganas de apretar botoncitos.
Como esas cajas pasaban de curso en curso (incluido el de JB), cierta vez le sugerí a mi amigo mandar mensajes de ¿amor? a través de ellas. Así fue cómo aparecían, escritos con la letra muy prolija de las chicas de nuestro curso, mensajes como "JB: Aunque no encontrara petróleo, me gustaría hacerte varias perforaciones" y otras de similar y mayor calibre. Todas estaban firmadas, con una letra muy poco prolija, por un tal Cacho. ¿Adivinan quién sugería los textos y escribía la firma?
Yo era el ideólogo y mi amigo, el comité de censura. Muchas de las cosas que ponía a su consideración eran dejadas de lado por ser demasiado ordinarias.
Con el (poco) tiempo, toda la escuela leía las amorosas dedicatorias a JB. Más de una vez hemos visto a los preceptores leyéndolas y riéndose. Todos sabían que salían de nuestro curso, pero no la mecánica del asunto, ni quién proveía las frases, ni quién (quiénes) las escribía, ni quién era el admirador secreto. Eso fue en quinto año.
Si alguien cree que en sexto esto se acabó, se equivoca. Siguió y se puso más interesante porque ahora había gente pendiente de lo nuevo que aparecía en las cajas ya tapizada de "amor". Se transformadorrmó casi en un ritual cotidiano.
Así, frase va, frase viene, pasé a ser Cacho allá por quinto año.
Cacho va, Cacho viene, todo el mundo sabía quién era el de las cajas por sexto.
Las únicas que, creo, nunca entendieron el asunto fueron JB y su grupo de amigas.
Qué tilingas que eran...
Y qué buenas que estaban...
Saludos